Los modelos de Gestión de recursos humanos por competencias se originaron en los años 70. Su iniciador, el profesor de Harvard David McLelland, ayudó a resolver los problemas de selección de personal de las Empresas mediante el estudio de las características de los individuos cuyos atributos prometían un desempeño superior. Sus recomendaciones dieron origen a esta teoría que, desde entonces, se ha puesto en práctica en diversas organizaciones.
Los motivos pueden compararse a las raíces. Son cosas en las que las personas acostumbran pensar o que las inducen a emprender una acción. Las raíces sustentan el gran aparato que es el árbol visible; los motivos sostienen y alimentan lo que la persona es.
El auto-concepto es aquello que la persona percibe de sí misma y del mundo y se refleja en su comportamiento, tal y como un árbol tiene diversas características y puede desarrollar otras para adaptarse a las condiciones del lugar donde se encuentre, lo que se refleja en su forma, color y tamaño.
Las habilidades son las ramas del árbol. Representan la capacidad de realizar cierta actividad mental o física al igual que la longitud y la cantidad de ramas de un árbol determinan el tamaño de la sombra que puede ofrecer.
Por último, los conocimientos son como el follaje del árbol, que a través de sus hojas intercambia información con el medio ambiente: conjugan la información que una persona posee sobre ciertas áreas específicas.
Las organizaciones han utilizado las competencias individuales como base para diseñar y operar procesos de recursos humanos. La mayor eficiencia se logra cuando varios de estos soportan el modelo de forma integral, enviando un mensaje consistente a los individuos con respecto a las expectativas en cuanto a conductas, habilidades y conocimientos deseados.
Mientras el enfoque de algunas organizaciones se ha inclinado hacia los conocimientos y las habilidades técnicas (hojas y ramas del árbol), otras tienen uno puramente conductual (tronco y raíces).
Las competencias individuales conductuales son las más comunes y su uso se ha extendido a todos los niveles organizacionales, aunque cada vez menos organizaciones diseñan modelos basados únicamente en ello. Los nuevos modelos contemplan los diferentes conjuntos de competencias, lo que indica que tienden a ser más incluyentes.
De lo que se trata es de guardar un balance con respecto a las competencias conductuales y las técnicas, es decir, de la raíz a las hojas. Un árbol sin hojas no puede dar sombra y uno con raíces débiles es frágil ante los vientos de cambio. Sólo los individuos equilibrados (competencias conductuales, habilidades y conocimientos) ofrecen un rendimiento superior en cualquier situación, por adversa que sea.
La gestión por competencias permite diseñar procesos de recursos humanos consistentes e integrales, aunque su valor finalmente radica en el uso de estos últimos.
A continuación, los usos básicos de esta herramienta y sus beneficios:
- Selección y reclutamiento por competencias.
- Medición de competencias.
La unión del nivel existente de cada una de las competencias constituye el perfil de competencias actual del individuo. Para que sea integral, debe fundamentarse en un esquema de 360 grados: cada empleado es medido por su supervisor, dos pares (personas que están en el mismo nivel organizacional) y dos subordinados. Así, pueden determinarse las diferencias entre el nivel actual y el esperado de un individuo, un área o unidad, un nivel organizacional o de toda la organización.
- Desarrollo de competencias.
Con base en los resultados de la medición de competencias, puede crearse un menú de opciones de desarrollo.
Las opciones de desarrollo pueden conformarse por un conjunto de acciones genéricas orientadas a desarrollar cada una de las competencias, y para detonar las posibilidades de entrenamiento interno (proyectos o transferencias, entre otras) o en recursos externos (cursos o conferencias, por ejemplo).
- Gestión de desempeño.
- Compensación.
Las competencias pueden tener un vínculo directo con la compensación del individuo a través del logro de los objetivos definidos cada año. Está aplicación está fuertemente ligada con el resto de los procesos de recursos humanos, ya que el desarrollo paulatino de las competencias es la vía para el logro sostenido de los objetivos de cada uno de los individuos.
Impacto
La gestión por competencias individuales no sólo provee a la organización de los medios para integrar todos los procesos de recursos humanos sobre una sólida base de negocios: además de que permite aprovechar al máximo el potencial de las personas, es una poderosa herramienta de cambio cultural. Su impacto puede identificarse tanto por su influencia en el ámbito individual como en la cultura de toda la organización.
Esta gestión es suficientemente dinámica para internalizar cambios en la estrategia de la organización y suficientemente rígida para garantizar homogeneidad a lo largo de todas las áreas de la empresa. Al proponerse ubicar a la gente correcta en el lugar correcto, es factible agregar el mayor valor posible a la organización.
Fuente:
© Barrera Jorge (2002). Revista Mundo Ejecutivo.
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